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Dioses Aztecas
Octubre 22, 2020![](https://i0.wp.com/nativoamerica.earth/wp-content/uploads/2020/11/CANTO-DIFONICO-1.jpg?resize=150%2C150&ssl=1)
Canto difónico o de armónicos
Noviembre 13, 2020Es un ritual de plegaria de origen indígena, atribuido a los pueblos Ayamán, Jirahara y Gayón, que se realiza en el norte del estado Lara y sur del estado Falcón en Venezuela.
“En el baile de las turas se le rinde culto a la agricultura y los creyentes ofrendan parte de sus cosechas y su cacería a los ‘espíritus divinos’ con el agradecimiento por la productividad obtenida. Al mismo tiempo aprovechan la ceremonia para solicitar abundancia en la siembra del año próximo, especialmente del maíz, su alimento básico. Los gestos simbólicos imitando movimientos de cacería, moviéndose, haciendo reverencias, sacudiendo las maracas y soplando los cachos de venado para, al mismo tiempo, alejar a los espíritus malignos, forman parte del ritual y son básicamente los mismos tanto en la tura pequeña como en la tura grande”. Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar
Esta costumbre consiste principalmente en un baile muy ceremonioso, tradición aborigen de los que se ha conservado en el tiempo para agradecer la prodigalidad de la madre naturaleza.
El Baile de las Turas es una festividad que aún celebran en las localidades de Mapararí (estado Falcón) y Moroturo (estado Lara), en el noroccidente de Venezuela, por los descendientes de los Jiraharas y Ayamánes de esas localidades y se dice que su origen es de carácter religioso.
Las Turas no son iguales en toda la región: las de Falcón en Mapararí tienen todas las características de una danza de veda, de cacería; mientras que las Turas de Lara en el Cerro de Moroturo posee todas las características de una danza de cosecha y de reciprocidad ya que se baila dando acción de gracias por los beneficios obtenidos en los cultivos, especialmente el maíz, y la abundancia de agua recibida en el transcurso del año.
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Existen dos tipos de baile de Tura: La Tura Pequeña y la Tura Grande.
En la Tura Pequeña puede participar toda persona y su celebración dura dos días. Siempre y cuando se respete el reglamento oral, cuyo objeto es “conservar los recuerdos familiares tan gratos al corazón y practicar las inocentes y viriles costumbres Ayamanes”.
Se celebra regularmente en los meses de abril o mayo cuando el maíz está tierno (jojoto), es decir, que los granos ya desarrollados aún están tiernos. Los granos de maíz tierno son molidos, colada la masa, y después de adicionarle cantidad suficiente de agua, se deja fermentar el líquido, con lo cual es fabricada la bebida denominada chicha o carato, que se deja enfuertar convenientemente para ser brindada la noche de la fiesta.
La Tura Grande se celebra dependiendo de la época de las cosechas, casi siempre en agosto o septiembre y se elige con aprobación de todos los vecinos y con anticipación un mayordomo. El sitio donde se realiza esta celebración de la Tura Grande se le da el título de Patio Grande, en la época en que el maíz está “jecho”, es decir, en que los granos ya desarrollados están listos para el consumo. Tiene que ver con irreverentes secretos y estricta ritualidad, allí participan los descendientes de los Ayamanes considerados los mejores depositarios de sus creencias, leyendas y sabidurías; su celebración puede prolongarse hasta por nueve días.
La música posee cierta variedad pues son varios los trozos melódicos que integran la totalidad del festejo. Toda esta música lleva como único acompañamiento el sonido rítmico de una maraca, tal como es natural en toda la música indígena ceremonial.
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Los instrumentos musicales que se tocan en el baile se denominan Turas. Las Turas son unos instrumentos primitivos, que pueden ser cráneos de venado de distintos tamaño, a los cuales se le cierran los orificios nasales y de los ojos, con cera virgen, dejando solo abierto el orificio occipital.
Los bailarines forman un semicírculo, van entrelazados pasando el brazo del uno por detrás de los hombros del otro y, a veces, colocan la mano en la cintura del siguiente danzarín. Intervienen hombres y mujeres, pero sin un orden preestablecido de alternancia de géneros.
Al finalizar la etapa bailable, se inicia la ceremonia votiva. Los danzarines con las matas de maíz y las tinajas de chicha se dirigen hacia un árbol de copey, considerada dicha especie como vegetales de los santos espíritus, del espíritu de las aguas vivas, pues es un “palo” que “atrae nieblas y lluvia”. Proceden a regar en abundancia la pata del árbol con la chicha de unas cuantas tinajas.
Por este soplan para obtener sonidos graves. También se utilizan una especie de flautas sin lengüeta denominadas quenas, que son uno de los instrumentos más antiguos de la época precolombina y que consisten en un tubo de caña que en uno de los extremos se corta en una especie de W o M invertida.
La Danza de las Turas ha sido preservada hasta la actualidad por los campesinos de la región limítrofe entre Lara y Falcón. Existe en los pobladores de Mapararí y Moroturo un especial celo en mantener viva la tradición y transmitirla de generación en generación (aunque incorporando elementos cristianos y patronales) como una manera de honrar a los primeros dueños de estas áridas tierras: los Ayamanes, los Gayones y los Jiraharas.
Con información de Archivo Municipal de Urdaneta, estado Lara