La historia del Jefe Seattle
Noviembre 28, 2020La Nación Quechua
Noviembre 28, 2020El pueblo Aymara tiene sus orígenes en los Señoríos Aymaras, que comienzan a aparecer con el declive de la cultura Tiwanaku.
Estos Señoríos Aymaras se fueron extendiendo por los Andes ampliando su radio de influencia. No respondían a un poder político centralizado, lo cual explica los constantes conflictos que existieron entre ellos.
Sin embargo, no será hasta la conquista española cuando la estructura social y económica de estos señoríos sufre un gran impacto, especialmente en el período de erradicación de idolatrías en 1534 y entre los años 1600 y 1650. Sin embargo, el cristianismo no logró hacer desaparecer la cosmovisión tradicional, ya que ésta se asimiló, amplió y se acomodó a los nuevos contextos, abarcando los niveles cósmico, religioso y político.
Entre 1700 y 1850, los Aymara que habitan el actual territorio Chileno permanecieron en relativo aislamiento, para más tarde, con la anexión de Tarapacá a Chile después de la Guerra del Pacífico, ser chilenizados económica y culturalmente, soportando un fuerte proceso de occidentalización.
A partir de 1950, las ciudades y puertos, a nivel económico y cultural, son fundamentales para la sociedad Aymara como núcleo de modernidad y transculturación, pero también de re-etnificación. El número actual de Aymara es de 48.501 individuos, representando el 7,01% de la población indígena de Chile.
Cosmovisión
En su ritual el Aymara distingue “religión” de “costumbres”, ello da a entender que está consciente de un sustrato autóctono y otro estrato cristiano posterior, que juntos forman hoy en día su cosmovisión y sistema religioso como un todo integrado.
Por muy compleja que parezca, la cosmovisión Aymara puede entenderse a partir de una idea muy simple: la comprensión y adaptación a la naturaleza andina. En la existencia de pisos ecológicos diversos, es que encontramos el fundamento a los conceptos de dualidad, complementariedad y reciprocidad (Ayní), principios ordenadores del cosmos Aymara. En una frase, se trata de una sacralización del medio natural.
En un primer sustrato de creencias, el más antiguo, encontramos el culto a los espíritus de las grandes montañas, los Achachilas, Mallkus y/o T’alla o “Aviadores”, que son masculinos o femeninos, y tienen enorme poder e injerencia en la vida humana pues son los administradores del clima; a la Pachamama, la Virgina o Madre Tierra, organismo generador de toda la vida (fauna, flora y seres humanos); y el Amaru o serpiente que representa los cursos de agua.
Esta triada es tanto referencia del origen, abundancia y distribución del agua como donadora de vida, y es además patrón de ordenamiento del espacio económico y ecológico en el que el Aymara se desenvuelve.
Para los Aymara todo es dual, macho/hembra, día/noche, arriba/abajo, pero los opuestos no luchan entre sí buscando la hegemonía, son parte del todo, se complementan y sin uno no hay otro. Los opuestos forman así un abanico tripartito de posibilidades (macho, hembra y macho con hembra). Todos los opuestos se complementan y establecen una triple alternativa. Es así como se configura la existencia de tres espacios:
El Arajpacha: Tierra de arriba, cielo, mantención del cosmos ideal.
El Akapacha: la tierra de “acá” donde viven los aymará, compuesto por los Mallkus, la Pachamama y el Amaru. Mantención del mundo cultural, equilibrio
El Manqhapacha: tierra de adentro (abajo), Fuerzas destructivas. Mantención del caos
MALLKU Son los espíritus protectores para los Aymara. Tienen un carácter local por lo que cada comunidad tiene los suyos. Los Mallkus habitan generalmente en las altas cumbres nevadas.
El Aymara ordena su tiempo de manera cíclica, definido a partir de ciclos naturales (especialmente del año solar, del clima y del ciclo vital humano) y del ciclo laboral-festivo estructurado sobre la base de los anteriores