Las Enseñanzas de Rapanui
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Julio 26, 2020PUEBLOS AMAZÓNICOS
Privilegiados por la naturaleza desde hace siglos, hoy atormentados por la crisis de un país en decadencia. El pueblo pemón lucha por la conservación de sus tierras y la subsistencia de su gente, en medio de una guerra que no eligieron.
Y es que ellos no eligieron la riqueza aurífera de las tierras que habitan, y mucho menos ser parte (administrativamente hablando) de una nación convulsionada. Aún así, es admirable la resistencia que han opuesto a la amenaza que actualmente sufren.
La etnia Pemón es de la familia lingüìstica Caribe, y actualmente su idioma es el dialecto caribe más hablado del mundo (30.000 habitantes). Sin embargo, su asentamiento se produjo en las exuberantes tierras de Canaima, un trozo del planeta donde la naturaleza realmente se recreó en ser bondadosa.
El entorno natural es indescriptible. Allí se encuentran los famosos tepuyes, altísimas mesetas de laderas casi perpendiculares y cimas profundamente verdes, que constituyen unas de las formaciónes geológicas más antiguas de la Tierra: el escudo o macizo guayanés. De uno de estos tepuyes desciende el Kerepacupai Vená, o Salto del Ángel, la caída libre de agua más alta del mundo.
Hermoso lugar, aunque hostil para el hombre occidental. El calor y la humedad característicos del clima de selva tropical, la presencia de animales salvajes e insectos peligrosos, y el espesor de la jungla, hacían de Canaima una fortaleza impenetrable para el Pemón, quien toda su vida ha vivido en esas condiciones y las domina con toda naturalidad.
Aunque se concentran principalmente en el Estado Bolívar de Venezuela, también hacen vida en el territorio Esequibo (zona en discusión entre Venezuela y Guyana) y el Estado de Roraima en el norte de Brasil. Se dividen en tres grupos principales: Taurepan (en la frontera entre Venezuela y Brasil), Arekuna (hacia el Noroeste del Roraima y en el valle de Kavanayén), y Kamarakoto (al oeste del río Karuay, Caroní, la Paragua y en el valle de Kamarata).
La narración de cuentos, la cestería y la cerámica son las principales formas de arte de Pemón. Estos pueblos acompañan con danzas como el Parichara y el Tukui su música y cantos. Tienen una tradición mitológica muy rica pese a la conversión de muchos pemones al catolicismo o al protestantismo.
Los Pemones describen los orígenes del Sol y la Luna, la creación de los tepuyes y las actividades de Makunaima (su héroe creador) y sus hermanos. Para ellos las montañas están prohibidas para los vivos, ya que también son el hogar de espíritus ancestrales.
Son muchas las deidades que integran sus creencias: Tawa, la primer mujer; fue quien estaba hecha de arcilla blanca que se diluyó en el río; Aromadapon, quien sí pudo resistir porque estaba hecha de piedra roja. Las creencias tradicionales pemones se centraron en conceptos del alma, espíritus de plantas y animales. También en Kanaima (el espíritu del mal en todas sus formas y manifestaciones) y espíritus de los muertos mawari.
Sus chamanes (conocidos como piache o piasán) curan la enfermedad comunicándose con el mundo de los espíritus. Varios mundos espirituales celestiales y subterráneos solo pueden ser alcanzados por chamanes en trance ceremonial.
Al morir, son enterrados en un chinchorro (hamaca). Los hombres son enterrados con sus arcos y flechas, mientras que las mujeres con sus ollas u otros artefactos. La creencia apunta a que el alma se une a los mawari y migra más allá del cielo. La muerte de un adulto va acompañada de mucho llanto y luto por parte de las parientes femeninas del difunto.
Actualmente el pueblo pemón lucha por sus tierras, amenazadas por la minería y el decreto del Arco Minero del Orinoco. Numerosas organizaciones, como el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA) han manifestado su preocupación por la explotación indiscriminada del territorio en busca de oro, que ha devenido en terribles consecuencias para sus verdaderos dueños: el pueblo pemón.
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