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No son originarios de este hemisferio, pero sus aportes a lo que hoy es América Latina y su rica mezcla cultural, étnica y social, son innegables.
Un antiguo mito, que revela cómo se transponen al tiempo mítico las determinaciones del tiempo histórico, supone que de Ife, ciudad sagrada, se dispersaron los nietos de Oduduwa -fundador legendario- y que sus nombres dieron a su vez nombre y origen a la primera generación de estados yoruba: Owu, Ketu, Benín, Illa, Sabe, Popo y Oyo.
Los pueblos originarios transmiten de boca en boca sus historias, haciendo de la tradición oral el vehículo de enseñanza con que padres y abuelos dieron a conocer el mundo a sus hijos y nietos.
En la región forestal de la franja costera que se extiende entre el Volta y Camerún se asentaron alrededor del siglo V de nuestra era comunidades rurales que dominaban la técnica del hierro y organizaron una economía agrícola y formas de vida avanzadas y estables. Entre las más importantes estaban las comunidades yoruba, cuyo grupo central, localizado en las regiones de Ife, Ilesha y Ekiti, parece ser el establecimiento más antiguo.

Un movimiento de dispersión protagonizado por los grupos que impusieron su supremacía económica, política y cultural sobre los territorios ocupados por comunidades más débiles, condujo probablemente en el siglo XIII (d.C.), a la formación de los reinos yoruba. Debe resaltarse que la noción de "reino" asociada a las sociedades africanas de tipo tradicional dista de la acepción occidental con que se designa, por ejemplo, al "reino de Luis XIV".
Los reinos Yoruba, constituidos en los territorios habitados por las comunidades de esa etnia -al sur de la actual Nigeria-, deben a ello su homogeneidad lingüística y cultural y el reconocimiento de sus antepasados fundadores. El esplendor alcanzado por dos de los reinos, Ife y Oyo, se extendió a las tradiciones de los demás reinos y nubló sus propios orígenes.
Cosmovisión
La cosmogonía Yoruba se basa en la idea de una entidad superior, integrada por tres divinidades, Olofi, Oloddumare y Olorun. La primera de ellas creó el mundo, que inicialmente sólo estaba poblado por santos (orishás). Posteriormente repartió su poder (Aché) entre los Orishas, que en adelante son los encargados de intervenir en los asuntos humanos y de abogar por los hombres ante Olofi gracias a la mediación del juez supremo o mensajero principal, Obbatalá.
Como en la mayoría de las lenguas del Africa Negra, "el poder" se expresa entre los Yoruba mediante una palabra -Aché- que significa "la fuerza", no en el sentido de violencia sino en el de energía vital que engendra una polivalencia de fuerzas y determina desde la integridad física y moral hasta la suerte.
En todas las creaciones culturales del conjunto de sus pueblos está contenida la cosmovisión Yoruba. Propia de sociedades donde toda acción es realizada, interpretada y vivida como parte de un todo ontológico orgánico -y no precisamente religioso-, esta cosmología encierra la idea de que el orden de las fuerzas cósmicas puede ser perturbado por acciones inmorales cuyo efecto es desequilibrante y perjudicial para la humanidad, para la naturaleza y para sus autores.
La unidad entre naturaleza y ética constituye en estas culturas una determinación cósmica y consiguientemente un principio para el ejercicio del poder, una condición de su aplicación benéfica. Los cuentos tradicionales de la cultura Yoruba entrañan generalmente el castigo para los gobernantes despóticos y para los irreverentes con las fuerzas de la naturaleza.

La religión de las sociedades Yorubas tradicionales se caracteriza por el culto a un dios superior y a un conjunto de divinidades intermedias, cuya intervención y voluntad rige la vida humana. Los Orishas fueron ancestros que en vida acumularon un poder y un saber sobre las fuerzas naturales y humanas en virtud del cual transitaron un día de la condición de hombres a la de dioses. Cada uno personifica ciertas fuerzas de la naturaleza y se asocia a un culto que obliga a los creyentes a ofrecer alimentos, sacrificios y oraciones para aplacar sus iras y atraerse sus favores.
Dioses Yorubas: Los Orishas
La religión Yoruba está ligada a la noción de familia en el sentido de que cada culto engendra una hermandad religiosa que se deriva justamente del orishá o antepasado común, la cual abarca a los vivos y a los muertos y supera los vínculos de sangre.
Los dioses Yoruba recuerdan a los del panteón helénico. Pero aquellos, en la liturgia, se posesionan de los fieles. En estado de posesión, el dios baila con sus adoradores en complaciente camaradería y a veces habla, adivina, aconseja y profetiza.
Entre los más conocidos Orishás se cuentan Eleggua -el dios que abre el camino y que en las casas de África se coloca detrás de las puertas-; Oggún -inventor de la fragua, dios de los minerales y las montañas-; Oxosi -dios de la caza-; Shangó -el Marte de los yoruba, dios del fuego y de la guerra-; Oshún -la diosa del agua dulce, del amor y de toda dulzura-; Yemayá -la reina del mar-.
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