También en algunas culturas representaban los tres mundos, existencias o realidades: El Mundo de abajo, Mundo de Arriba y Mundo del medio, siendo diferentes animales (según la cultura) sus guardianes totémicos. En otros aspectos, representaban las cuatro direcciones, también cada una con su guardián respectivo.

Se le conoce también como animal totémico, nahualt, animal de fuerza, espíritu guardián o tutelar, animal chamánico, entre otros. Lo importante es que este animal es el espíritu guía más importante en muchas cosmovisiones ancestrales, que nos entrega protección y conocimiento. Está al servicio nuestro (y viceversa), e incluso es probable que en algún momento de nuestras vidas hayamos contado con su protección y poder sin siquiera saberlo o haberlo buscado.

Según Mircea Eliade (padre de las religiones comparadas) el animal simboliza siempre un nexo real y directo con el más allá, siendo estos una fuente de gran poder espiritual. Dónde cada vez que una persona llega a participar del modo de ser de los animales, está restableciendo la conexión que había en aquellos tiempos míticos, dónde humano y animal eran uno solo. Y la interacción con esta fuerza viviente, es un claro símbolo de que estamos reintegrando la situación “paradisíaca”, perdida en el albor de los tiempos.

La relación con nuestro animal totémico es recíproca, hay un intercambio mutuo, entre el/la practicante (o chamán) y su animal. El primero recibe el poder del mundo espiritual y el animal tiene la oportunidad de experimentar este mundo, al convertirse en la persona.